Entonces gimo a Dios
gritando: “¡Conviérteme y seré convertido!”
La conversión lejos
de ser un “requisito” es una “necesidad” para todo ser humano, somos nosotros lo
que en cierto punto llegamos a decirle a Dios “conviérteme”…
Hablando desde la práctica
de la vida cristiana sabemos que el estudio bíblico abre los ojos de nuestro
entendimiento para haceros comprender el precioso y perfecto evangelio de Dios y
las pisadas que debemos seguir en la senda angosta, pero —“heme aquí sin poder alguno para poder dar esos pasos e incluso con
cierta tendencia a la desobediencia” ¿Qué pasa conmigo?— Necesito conversión,
necesito ser transformado desde mi interior, mi mente puede estar llena de
conocimientos de lo que es bueno y recto, pero mis ojos, mis manos, mi boca,
mis pensamientos, mis oídos, mi fuerza, y mis pies cual novillo indómito se
resisten belicosamente a obedecer lo que es bueno, y luego con justa razón soy
castigado por rebelde y desobediente, frustrado me doy cuenta de que necesito un
cambio de naturaleza:
Jeremías 31:18 Escuchando,
he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo
indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios. 19
Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi
falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi
juventud.
Novillo indómito por naturaleza, “así somos aunque
no quiera serlo”, mis miembros dan coses contra el aguijón de la rectitud y
finalmente soy yo quien termina lastimado, no necesito que me repitan una y
otra vez lo que es bueno, necesito ser convertido en bueno, necesito que un cirujano
especialista en almas abra mi mente y mi corazón y me reprograme, que cambie mi
naturaleza indómita por una naturaleza dócil, necesito con urgencia ser
convertido con todo el peso de lo que esta palabra implica, porque no solo
quiero saber lo que es bueno sino que deseo profundamente practicar con toda
naturaleza lo bueno… entonces gimo diciendo: —¡CONVIÉRTEME OH JESÚS Y SERÉ
CONVERTIDO! — y Él me responde:
Jeremías 31:33 …Este
es el pacto que haré… dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en
su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
¡Gloria a Dios! Sé que
tu “ley” son ordenes, son acciones que escribes dentro de mí para que mi ser ya
no se resista sino que naturalmente las obedezca, en términos modernos me estas reprogramando para obedecerte y lo
necesito por eso digo; —escribe Oh Señor tu ley en cada centímetro de mí mente,
grábala en cada hueco de mi corazón, sella tu Nombre en cada célula de mi
cuerpo para que yo te ame y me deleite en Ti y te persiga cada día, para que te
desee desde que el día empieza hasta que declina y aun en las noches sueñe
contigo… entonces nuevamente gimo diciendo ¡Conviérteme y seré convertido!—
Hermanos, la conversión
no es un requisito religioso impuesto arbitrariamente desde los cielos, sino nuestra
necesidad diaria, cada día necesito ser convertido más y más a Él, quien como
escultor de nuestra alma sigue golpeándonos con su cariñoso cincel para
conformarnos a Cristo… Y ya que la conversión no está en mi poder entonces hago
parte de mi oración diaria este gemido: ¡Conviérteme cada día más y seré como Tú
oh Jesús!...
Hno. Gabriel.
0 comentarios:
Publicar un comentario